Turn up the radio
Blash your stero
Right
Pues eso hago yo en el coche: subir el volumen porque me anima muchísimo esta canción. ¡Qué subidón por las mañanas camino de Siberia! (Y pechá reír el que me vea… ¡jajajaja!)
;)
A mi padre siempre le han gustado las fábulas y siempre tiene algún trocito para decir en el momento adecuado. Por eso, algunos fragmentos, refranes o coletillas son todo un clásico en casa (creo que ya escribí otro por aquí).
Pues bien, esto es justamente lo que ha pasado en mi clase.
Cuando cogí a mi curso en 2º, había dos regalitos (repetidores se llaman oficialmente) que se unían al curso. A uno de ellos ya lo conocéis (Barsinson lo llamo por aquí), que se dedicó a darme el curso. Cuando parecía que lo estaba metiendo en vereda, llegamos a 3º donde se nos unió otro regalito, que se dedicó a darme el curso junto a regalito número uno. Total, que cuando llegamos a 4º y se nos unió otro regalito, la cosa ya estaba muy malita (y eso que este último regalito no se ha dedicado a darme el curso, sino a trabajar, estudiar y sacar de las mejores notas de clase, que es como debe ser).
Y uno piensa ¿pero tanto pueden influir dos o tres niños en toda una clase? Rotundamente sí.
De hecho, los tres cursos que llevo con ellos me están pasando factura y yo también me estoy contagiando. Tal es así, que la otra tarde me llamaron la atención dos veces en el Claustro. Yo me excusé recitando la estrofa del principio y, aparte de amenizar la tarde, los dejé con la boca abierta y me pidieron que, por favor, lo repitiera.
Después de aquello me comporté como debe ser, y sólo me dediqué a molestar por lo bajini a mi compi, que está sufriendo un proceso parecido al mío y estamos todo el día picándonos.
Lo dicho, todo se pega.
Hace once años empecé, oficialmente, mi trabajo como maestra (bueno, fue ayer, pero como era domingo, lo he dejado para hoy. Mentira, que tengo memoria de pez y se me había olvidado…)
Los comienzos ya los conté (hace 8 años, hace 9 años y hace 10 años), así que me centraré en lo nuevo, que francamente, es poco. Este es mi tercer curso en Siberia (seguiré llamándolo así mientras esté allí) y ya tengo 85 alumnos desde infantil hasta cuarto de primaria a los que doy Inglés (cada año voy consiguiendo un curso más para el inglés, espero que me lo mantengan así) y a todos los llamo por su nombre (bueno, a Álvaro lo llamo a veces Alejandro y viceversa, pero me doy cuenta en seguida. Ahora gracias a Lady Gaga, ya no los confundo tanto, jeje). Además, sigo siendo la tutora de 16 de ellos y, al igual que el año pasado y el otro, me siguen teniendo frita, pero ahí vamos.
Sigo disfrutando como una enana con los más pequeñines y sigo disfrutando de mis, cada vez más, horas de inglés, por lo que sigo pensando que, una vez que cumpla mi condena, volverá mi entusiasmo (que en realidad sigue ahí, sólo que un poco machacado por las circunstancias). Mi agenda del móvil sigue creciendo y sigo despidiendo, curso tras curso, a compañeros estupendos.
Tengo menos voz, menos paciencia, más dolores de cabeza y de espalda que nunca y esto mismo ya lo escribí el año pasado así que no sé cómo acabaré el curso…
Sigo teniendo un corto recorrido por buena carretera y un coche estupendo para realizarlo y además, como se conduce sólo, me ayuda a mantener los límites de velocidad sin problemas (sigo teniendo una entrada pendiente con mi coche). Lo mejor de todo: que vuelvo a casa todos los días.
Y, por supuesto, todavía me queda mucho por aprender y, como no, por disfrutar. Como siempre.
;-)